martes, 9 de junio de 2020

DICTADO CORREGIDO







CORRECCIÓN 
Cuando yo era niño vivía en un pueblecito muy callado y oloroso de la vega de Granada. Todo lo que en él ocurría y todos sus sentires, pasan hoy por mi, velados por la nostalgia de la niñez y por el tiempo.
El caserío es pequeño y blanco y está todo besado de humedad. El agua de los ríos, al evaporarse, lo cubre de gasas frías en las mañanas, tan de plata y níquel, que, cuando sale el sol, desde lejos parece una gran piedra preciosa. Luego, a mediodía, las nieblas se disipan y se le ve dormido sobre una manta de verdor. La torre de la iglesia es tan baja que no sobresale del caserío y cuando suenan las campanas parecen que lo hacen desde el corazón de la tierra. Está rodeado de chopos que se ríen, cantan y son palacios de pájaros, y de saucos y zarzales que en verano dan frutos dulces y son peligrosos de coger.
Enfrente de la iglesia está la casa donde yo nací. Es grande, pesada, majestuosa en su vejez...Tiene un escudo en el portalón y unas rejas que suenan a campanas.




Lorca consigue adentrarse en el alma infantil a través de estos poemas, porque él mismo nunca abandonó del todo el maravilloso mundo de la infancia. La presente edición deja al descubierto al artista y al ser humano. Es, quizá, el poeta más entrañablemente popular de la literatura española.

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